En este nuevo panorama, el Atlético de Madrid femenino —que durante años fue referencia y campeón— parece condenado a pelear por no perder el tren de la élite. Y aunque duele decirlo, la realidad es clara: competir de tú a tú con Barça y Real Madrid se está volviendo una misión casi imposible.
El FC Barcelona ha construido un modelo casi perfecto: cantera, inversión, estructura, ambición y una filosofía de juego reconocible. El equipo culé no solo domina en España, sino también en Europa, con una plantilla llena de internacionales y estrellas consolidadas como Alexia Putellas, Aitana Bonmatí, Caroline Graham Hansen o Ewa Pajor. Sus recursos, planificación y resultados han creado una brecha que el resto de equipos solo pueden mirar desde abajo.
El Real Madrid, aunque más reciente en su entrada al fútbol femenino, ha demostrado que su marca y músculo financiero son suficientes para avanzar a pasos agigantados. Con fichajes de renombre, un fuerte respaldo institucional y ambición clara. Sobretodo apostando y confiando siempre en el fútbol femenino, así ya ha desplazado al Atleti en la jerarquía de la liga.
Mientras tanto, el Atlético de Madrid femenino sufre una transición complicada. Su modelo, basado durante años en el equilibrio y el trabajo colectivo, ya no alcanza para competir con los dos colosos que se están repartiendo el dominio. Las diferencias presupuestarias se traducen en menos fichajes de nivel, menos recursos para infraestructuras y, en última instancia, una plantilla menos competitiva. La reciente marcha de figuras clave como Rasheedat Ajibade, la capitana Ainhoa Moraza o Marta Cardona.
El Atleti sigue teniendo una gran afición, historia reciente y potencial, pero si no hay un compromiso real desde la directiva para apostar de verdad por el proyecto femenino, la distancia será cada vez más insalvable. Competir con el Barça y el Real Madrid ya no depende solo de lo que pasa en el campo. Es una cuestión de modelo, de inversión sostenida y de visión estratégica.
Por ahora, todo apunta a que el Atleti tendrá que conformarse con luchar por la tercera plaza, esperando que una generación dorada o un cambio de enfoque lo devuelva al sitio que ocupó no hace tanto. Pero mientras el Barça siga jugando en otra liga y el Madrid continúe su ascenso imparable, la batalla por el título parece ya no ser un terreno accesible para las rojiblancas.
Porque en el nuevo mapa del fútbol femenino español, competir no es solo cuestión de orgullo: es cuestión de recursos. Y ahí, el Atleti parte con demasiada desventaja.