El invierno se acerca para el Atleti en Mendizorroza

Continúa la mala dinámica para el Atlético de Madrid, que choca brutalmente contra el muro infranqueable dispuesto por el Deportivo Alavés y vuelve a dejarse puntos, complicándose así la vida de buenas a primeras y aún con 35 jornadas de liga por delante.

El conjunto del Manzanares planteaba su tercer encuentro regular de liga como si fuera toda una final, un todo o nada en el que se jugaban mucho más de lo que podría parecer en un inicio, tras sumar tan solo un punto de seis posibles. O, al menos, eso era lo que aparentaba suceder en el verde a lo largo de los primeros diez minutos de partido, cuando el conjunto de Diego Pablo Simeone amaneció incisivo, eléctrico y juguetón, muy hábil en la presión y teóricamente decidido a asaltar el estadio de Mendizorroza. Unos primeros instantes de la primera parte en los que el Atlético, más por insistencia y fe que por lucidez futbolística, logró abrir primero la lata en una jugada con muchos rebotes, donde Giuliano fue sin duda el más listo de la clase, robando la pelota, aguantándola sin precipitarse y encontrando una línea de tiro que ni siquiera pensó en desaprovechar, anotando el momentáneo 0-1 y pidiendo después disculpas a la que hace dos temporadas fue su afición.

Eso, antes de que la tónica de las dos pasadas jornadas se volviera a reproducir cruel pero acertadamente. Al Atleti le comenzaron a temblar las piernas y no tiró de galones para aguantar una ventaja momentánea que valía su peso en oro. Duró poco la alegría para el Cholo. Siete minutos, concretamente, hasta que Sorloth, a la salida de un balón parado, soltó la pierna y cometió un penalti claro que ni siquiera el VAR pudo rebatir, y que Carlos Vicente convirtió con gelidez desde los once metros.

En los siguientes minutos el club colchonero pareció despertar del letargo en que estaba sumido, colgando balones a la banda de Giuliano y penetrando en zona de peligro, pero sin efectividad en los últimos metros del campo rival. Con un Julián más desaparecido, o quizá neutralizado por una gran cobertura de la zaga vasca, que en todo momento tenía dos hombres pendientes del astro argentino, y también con un Johnny Cardoso que debía andarse con pies de plomo al ver una amarilla demasiado tempranera, el jugador más desequilibrante fue Almada. O al menos el que más intentaba mover el balón entre las líneas defensivas del Alavés, y buscar triangulaciones, combinaciones y pases generativos de juego.

Aunque el balón seguía lejos del área grande que protegía, tranquilo y desde la distancia, Antonio Sivera. Quizá decirlo así pueda ser o sonar parcialmente pretencioso, pero lo cierto es que la ausencia de Álex Baena por lesión está notándose mucho en la ofensiva rojiblanca. Tanto, que podría decirse que el Atlético de Madrid ya ha generado una eminente dependencia por el jugador español. Y en tiempo récord.

Arrancaba la segunda parte con un Atleti que empezaba a notar el aliento caliente tras su nuca, y la desesperación corriendo por entre su sistema nervioso. Si no conseguía sumar de tres esta vez, la liga ya se le iba a poner muy cuesta arriba en tan solo 270 minutos hábiles de juego. No para soñar con levantar el título frente al Real Madrid de Mbappé y el Barcelona de Pedri y Lamine Yamal, sino para hacer un buen curso y mantenerse en el pico de la tabla de forma regular, fija e inamovible. Sin sustos a la vista. Aunque no parece que vaya a ser ese el caso. No mientras el equipo de Simeone tenga tan poca capacidad de resistencia en parciales con el marcador en saldo positivo.

El encuentro, que estuvo detenido durante algo más de diez minutos por el estado de salud de un aficionado del Deportivo Alavés que requirió asistencia médica, se reanudó de la mano de Julián Álvarez, a la salida de un libre directo. El pequeño parón pareció sentar bien a los visitantes, con un Thiago Almada que hizo gala de su impresionante capacidad futbolística y con un mayor dominio de los tiempos y de la posesión de balón por parte del equipo del Cholo.

Barajó las cartas Simeone hacia el minuto 72 de partido —a falta del gran descuento que el cuarto árbitro debía sumarle al partido— y Ruggeri, Gallagher y Griezmann introdujeron piernas frescas en la maquinaria rojiblanca, dando salida a Almada, Hancko y Cardoso, quien, una vez más, acusó la amarilla que arrastró cual ancla durante todo el partido, que congeló sus posibilidades y limitó enormemente su capacidad de acción.

Griezmann estuvo rutilante y quirúrgico al entrar y, aprovechando la buena dinámica que atravesaba el Atleti, inclinó un poco más el tablero a favor de los suyos. Una volea que ejecutó con la espalda casi imantada al verde a la salida de un córner terminó estrellándose en el palo, y revolucionó la ofensiva rojiblanca en cuanto que propuso, fue de nuevo director de orquesta y heredó la varita de la creación de juego que antes de su salida al terreno de juego meneó Almada, lamentablemente sin mucho éxito.

Raspadori (alias Jack) y Koke entraron por un Julián algo apagado y para dar descanso a un Giuliano que vació su depósito y no dejó una sola gota de combustible por quemar. El descuento fue finalmente extenso, ascendiendo hasta el cuarto de hora extraordinario. A pesar de la gran cantidad de tiempo que quedaba por delante, el Atlético afrontó el último tramo del partido muy precipitado, atropellado por la necesidad de no pinchar en tres partidos de forma consecutiva, y tan sólo supo colgar balones largos y centros desde la banda, a la espera de que acompañara la fortuna. Sin carácter, sin criterio y sin ideas. Solamente balones muertos y piedras, por si en algún momento en alguno de ellos se hallaba petróleo.

No se encontró, y tampoco la fortuna acompañó. Decretó el árbitro el final del partido y las caras largas se extendieron rápidamente entre los rostros de todos los jugadores del equipo, conscientes de que el nivel entregado no ha sido ni mucho menos el esperado. Ni siquiera los fichajes han sido suficientes para darle la vuelta a la mala dinámica que atraviesa el equipo desde la segunda parte de la segunda temporada, y en especial desde el Mundial de Clubes. «Otra vez, qué voy a decir. Es increíble. No hay puntos. No tenemos los puntos que deberíamos tener. Es culpa nuestra», se lamentaba Jan Oblak dando la cara ante los micrófonos oficiales de LaLiga al término de otro doloroso 1-1, que pone patas arriba el seno interno del Atlético de Madrid, que se marcha al parón internacional de selecciones con dos puntos de nueve —una derrota y dos empates en los tres primeros partidos—, el peor registro desde que comenzó la era Simeone.

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