Empate a uno para confirmar las peores noticias para el conjunto colchonero. El Atlético de Madrid pincha contra el Elche y suma tan solo un punto de seis posibles y se complica la vida en un inicio de temporada desastroso, falto de ideas, que contrasta directamente con las ilusiones generadas por los nuevos fichajes y que se acerca de nuevo al doloroso naufragio que fue su corta andadura en el Mundial de Clubes.
Comenzaba el Atlético de Madrid el partido frente al Elche, el primero del presente curso como local, con ganas de resarcirse tras el pinchazo en su visita a Barcelona, conseguir los primeros puntos de la temporada y con la resaca de la noche de presentación aún ardiendo en vena. Sin embargo, el juego no acompañó. El Atleti salió al verde del Metropolitano extremadamente tenso, muy inseguro y poco confiado de sus posibilidades, y se dejó agasajar por un Elche que amaneció participativo, con ganas de proponer y con el mismo juego, tan atrevido y triangular, que ya desplegara el año pasado en segunda división y que terminó valiendo un ascenso directo.
Aunque los primeros minutos fueron ciertamente engañosos, y todo parecía apuntar a una jornada vespertina plácida para los colchoneros que luego nada tuvo que ver con la realidad. Sorloth tuvo el gran honor de ser el primero en abrir la lata, rematando un pase de tiralíneas, medido con escuadra y cartabón, que David Hancko le sirvió en bandeja para anotar el primero de la tarde. Fue precisamente el futbolista eslovaco uno de los más valientes, a pesar de su condición de central. Salió varias veces al corte, impuso respeto a los jugadores rivales y, dejándose caer en varias ocasiones sobre la banda del italiano Ruggeri, cabalgó con una tenacidad ofensiva impropia de un defensa, lanzándose en varias ocasiones al ataque sin pensárselo dos veces.
Aunque la banda más débil fue sin duda la que compusieron Llorente y Simeone, algo desacertados a la hora de medir tiempos cuando debían cortar el esférico y recuperar la posesión para los suyos. Supo el club visitante darse cuenta de algunas de esas lagunas defensivas y, aprovechándose de que el Atleti dejaba muchos huecos en fase ofensiva, consiguió encontrar toda una autopista hasta la meta rival al contraataque, jugada que finiquitó con magia Rafa Mir y que valía para el Elche el empate momentáneo y el segundo punto de la liga. Cualquiera diría, por la precisión y la valentía que demostraron al no achantarse ni por un segundo frente al conjunto de Simeone, que son un equipo recién ascendido a la máxima categoría del fútbol español.
Los últimos treinta minutos de la primera mitad estuvieron bajo el control tácito, implícito, de un Elche titánico en el medio campo, que fue sosegando los ánimos de un Atlético de Madrid incapaz de dar el cien por cien de sí mismo, de coger el toro por los cuernos y de hacerse con la batuta del partido. Almada y Julián, a pesar de que el partido no les dio muchas oportunidades para ello, consiguieron echarse el equipo a las espaldas.
En la segunda parte el Elche siguió gustándose, y escapó del túnel de vestuarios con el cuchillo entre los dientes y extendiendo sobre el verde un juego que, además de funcional, fue sin duda estético. Por el lado rojiblanco, la banda derecha de Giuliano y Llorente comenzó a encontrar petróleo cuando conectó con un Pablo Barrios muy incisivo y dañino entre las líneas de la zaga ilicitana.
La clave para que los del Cholo le dieran la vuelta a la dinámica negativa de la primera parte fue sin duda ser más inteligente y comprender mejor los tempos, imprimiéndole algo más de pausa y calma a un partido que comenzaba a tornarse muy físico, tosco y embarrado, pero en el que el tablero comenzaba a inclinarse ligeramente a favor de los colchoneros, que empezaban a encerrar al Elche en su propia área, mas sin excesivo peligro. Aunque aún hizo falta más concreción en los metros finales, y mas decisión en los potenciales pases de gol para encontrarse con la trufa del segundo tanto.
Agitó el árbol Simeone para los veinte últimos minutos, dando entrada a Griezmann, Gallagher y Raspadori por Sorloth, Almada y Cardoso. Aunque la savia nueva tampoco fue suficiente ni le supuso demasiados problemas a un Elche férreo en defensa y muy encerrado atrás. Antes de la segunda pausa de hidratación, el entrenador argentino también cambió toda la estructura lateral de su equipo, dando entrada al campo a Javi Galán y a Nahuel Molina con el objetivo de hacer un doble cambio de carrileros y meter piernas frescas en las alas rojiblancas.
Hancko fue, de nuevo, quien más confió en darle la vuelta al electrónico, y también quien más pases al hueco con peligro filtraba con intención de encontrar una jugada de gol que terminó por no llegar nunca. La necesidad imperiosa de sumar tres puntos fue asfixiando poco a poco a un Atleti que se fue precipitando en exceso, y que se terminó transformando, quizá sin quererlo ni beberlo, en su talón de Aquiles. Giacomo Raspadori buscó también su gol, que fue misión imposible al impactar todas las jugadas ofensivas contra la inquebrantable muralla ilicitana que se dispuso sobre el terreno de juego y sobre la que el Atlético de Madrid chocó una y otra vez, dándose de bruces y sin vislumbrar, ni siquiera por casualidad, la luz al final de túnel ni tampoco soluciones a la gran enfermedad estratégica que padece.