Un tijeretazo de Almada y un paradón de Oblak prolongan el sueño rojiblanco

Comenzaba el partido entre Atlético de Madrid y Osasuna bajo el cielo estrellado de Madrid con más reivindicaciones que nunca: con una camiseta de ánimo a Kostis, con el anillo del Metropolitano tiñéndose de rosa en apoyo a las mujeres que sufren cáncer de mama y con la ya habitual esta jornada negativa de los jugadores a mover el balón en los primeros compases del encuentro en protesta por el Villarreal-Barcelona que LaLiga de Tebas llevará a Miami. En lo futbolístico, Simeone recobró el aliento tras el parón de selecciones, pudiendo alinear (por fin) a Álex Baena, tras su lesión al comienzo de la temporada y su operación por apendicitis, y regalándole de nuevo a Jose María Giménez el privilegio de encabezar el eje de la defensa.

Y no tardó el primero en llevarse el gato al agua. Aprovechando una conducción magistral de Julián Álvarez que concluyó en un pase en forma de daga que recibió el propio Baena dentro del área y que trituró con una facilidad pasmosa a la defensa navarra, Baena sonreía y correteaba la línea de fondo del estadio para recibir el bautismo de su nueva afición. Sin embargo, el colegiado no dudó en aguar el guateque rojiblanco. De Burgos Bengoechea frenó la celebración y se dirigió al VAR para anular el gol por lo que primero parecía un fuera de juego posicional y luego terminó siendo, al parecer, una presunta falta de Griezmann sobre uno de los defensores de Osasuna, cuando más bien parecía un choque entre ambos futbolistas. El estupor en el rostro de Simeone y los pitidos de la afición colchonera no se hicieron de rogar, pues absolutamente nadie podía creer que una jugada tan bonita, estética y futbolísticamente perfecta terminara así, en agua de borrajas y de una manera tan agria.

Aunque el partido hubo de seguir su curso, con un Hancko muy incisivo en ataque, un Pablo Barrios que parece no tener techo y que evoluciona partido tras partido, un Griezmann muy sólido y un Koke muy presente en la construcción del juego el Atlético de Madrid quiso resarcirse del bajón anímico tras la anulación, pero se topó con un Osasuna  muy consistente y un Sergio Herrera totalmente imperial, quienes no volvieron a dejar oportunidad a los del Cholo para anotar el (y si el árbitro no volvía a tener objeciones) primer gol del encuentro. Pero la peor noticia para Simeone llegó cuando Nico tuvo que ser sustituido al borde del final del primer tiempo, visiblemente dolido, quizá incluso lesionado a la espera de las pruebas médicas correspondientes, y Giuliano Simeone se vio obligado a entrar en su lugar, aunque el Cholo júnior revolucionó el ritmo del encuentro en menos que canta un gallo, mas aún sin ser suficiente para desequilibrar la estabilidad defensiva que el conjunto visitante había estado exhibiendo durante los primeros 45 minutos.

Rodó el balón para dar comienzo al segundo parcial del partido, con el juego claramente escorado a la banda que comandaban Marcos Llorente y Giuliano Simeone, con Griezmann cayendo sobre ese mismo lado del Metropolitano y Pablo Barrios de nuevo muy adelantado y siendo el futbolista del Atlético de Madrid que más peligro creaba por minuto.

Simeone, al ver que los suyos renunciaban casi en su totalidad al juego interior a fin de potenciar la imaginativa en las bandas, meneó el árbol para darle entrada tanto a Gallagher como a Alexander Sorloth, que buscaría en la última media hora larga de encuentro cazar un centro y transformarlo en el gol que permitiera que los tres puntos se quedaran en casa.

De nuevo Sergio Herrera sacó la capa de supermán y blindó con cerrojos y máxima seguridad la portería que le tocaba defender, sacando con una mano abajo sencillamente soberbia un disparo peligrosísimo de la Araña, que estuvo a punto de materializar otro tanto para ponerle la guinda a un arranque de temporada de ensueño. Minutos después, Sorloth cazaría con picardía un balón muy alto, pero el disparo se marchó rozando el larguero y el arco de los navarros permaneció infranqueable.

Hasta que en los cambios el Atleti encontró la llave del portón. Thiago Almada, que acababa de entrar hacía escasos minutos, recibió y empujó con mucho tino y paciencia en el epicentro del área chica un centro con magia, medido con compás, obra y arte de Giuliano Simeone. El Metropolitano saltaba, celebraba y cantaba después de haber sufrido setenta minutos de un partido que se había puesto cada vez más cuesta arriba y que había arrancado de cuajo la respiración de la grada.

Al Atlético de Madrid le tocó tirar de épica y abogar por resistir en los últimos minutos, no olvidándose de la existencia de la portería de Osasuna, pero casi, desplegando sobre el verde un juego más defensivo y replegado que en cualquier otra fase del encuentro. Los navarros, por su parte, parecieron aletargados e inofensivos en su intento por penetrar en el área de Jan Oblak, pese a que el Atleti sí cedió espacios y posesión de balón a los visitantes, que al dejarse nuevamente puntos fuera de casa materializan uno de sus peores inicios de campaña a domicilio de su historia reciente. Eso sí, no sin antes provocar un infarto a todos los atléticos presentes en el estadio tras un jugadón que terminó rematando Ante Budimir y que Jan Oblak, travestido de santo una vez más, envió a córner de forma litúrgica, evangélica, casi celestial. La mejor noticia para el Atlético de Madrid, ante lo accidentado del encuentro, fue salir vivo de su duelo frente al conjunto de Pamplona.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

WP2Social Auto Publish Powered By : XYZScripts.com