El Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone siempre se ha caracterizado por su solidez defensiva, pero en el último año esa seña de identidad parece haberse desvanecido.
Los rojiblancos defienden de forma frágil, encajan goles con demasiada facilidad, sus centrales pierden duelos clave, Oblak sufre en las salidas y el equipo transmite la sensación de estar mal trabajado en este aspecto.
Hancko, probablemente el mejor central del Atleti, ha sido utilizado en los últimos partidos como lateral izquierdo, en parte porque Ruggeri no ha convencido a Simeone. Le Normand tampoco destaca en el juego aéreo, como se vio en Anfield, y Lenglet nunca ha estado al nivel de un central de élite.
Ante el Mallorca, Muriqi castigó duramente a la zaga rojiblanca. Hancko y Lenglet lo perdieron en la marca, Oblak no salió, y el delantero kosovar firmó el 1-1 con total superioridad.
El gran problema del Atlético es su incapacidad para sostener resultados: aunque logra ponerse por delante, sus rivales encuentran con facilidad la manera de empatar o incluso remontar. Contra el Espanyol, la ventaja duró 36 minutos; frente al Elche, apenas 7; contra el Alavés, otros 7; en Anfield, el Liverpool remontó en 11; y lo más grave ocurrió ante el Mallorca, que igualó el marcador solo 6 minutos después del gol colchonero.