Giuliano Simeone se ha ganado el cariño del Metropolitano por su sacrificio constante, su presión incansable y la intensidad con la que defiende la camiseta del Atlético de Madrid. Sin embargo, su talón de Aquiles está en la toma de decisiones durante jugadas clave: precipitación en el último pase, malas elecciones en zona de definición y falta de frialdad que pesan en un club que aspira a competir en la élite.
Entrega y compromiso: razones de su conexión con la grada
El joven delantero ha demostrado lo que significa dejarlo todo sobre el césped. Lucha cada balón, no rehúye el contacto y persigue a los rivales hasta el último minuto. Esa intensidad y compromiso con los colores rojiblancos han hecho que la afición lo identifique como uno de los suyos: un futbolista que refleja el “esfuerzo no se negocia” que tanto ha pregonado su padre y técnico, Diego Pablo Simeone.
Su carácter combativo lo convierte en un jugador útil en partidos que requieren presión alta, sacrificio y desgaste físico, aspectos que siempre son valorados en el Atlético.

La exigencia de la élite: decisiones que marcan la diferencia
No obstante, en un equipo que compite por títulos, la entrega no basta. Giuliano Simeone suele equivocarse en momentos determinantes: tiros forzados en lugar de un pase claro, conducciones innecesarias que frenan la transición o malas lecturas en jugadas de ataque que acaban diluyendo ocasiones claras. Un ejemplo de ello fue los dos disparos que falló ante el Rayo Vallecano en los últimos compases de partido, los cuales habrían cerrado el partido por completo.
En la élite, donde cada acción puede cambiar un resultado, no se puede aceptar esa falta de frialdad. La afición lo reconoce: admira su compromiso, pero también exige madurez táctica y mejores decisiones para dar el salto definitivo y convertirse en un futbolista de garantías. El desafío de Giuliano es claro: mantener su espíritu de lucha, pero aprender a decidir con cabeza.