Me hace mucha gracia cuando los de siempre, aplicando el argumento de siempre, dicen que el Atlético de Madrid debería haber ganado muchos más títulos para ser considerado un grande de Europa, España, Madrid, etcétera. Yo, cada día que pasa, creo que más bien comienza a ser toda una hazaña irrepetible. Ganar once ligas, por ponerlas de ejemplo, contra una alta cúpula directora de la competición que quiere verte perder de la manera más clamorosa, evidente, descarada y cruel posible, es un acto de valentía, rebeldía y resistencia al alcance de muy pocos privilegiados. Vamos, toda una osadía, una odisea homérica.
Hoy la batuta de la vergüenza la ha llevado sin reparo De Burgos Bengoechea, pero anteayer fue el penalti por el doble toque de Julián y así podemos seguir rebobinando el VHS hasta llegar al año 1903, cuando aún nos llamábamos Athletic de Madrid y vestíamos de pulcro azul y blanco. El caso, siempre, es pitar en contra del que viste de rojiblanco, inventando a menudo reglas absurdas, o tergiversando las existentes, para desnaturalizar la labor colectiva del Atlético de Madrid. Me atrevería a decir que tal proceso tiene, incluso, algo de darwiniano y además un férreo componente sociológico. Molestamos, por razones que escapan a la lógica, y hay que frenarnos por la vía civil o por la criminal.
Hoy, repito, ha sido un pseudo-fuera de juego posicional o una pseudo-falta de Griezmann en la acción del gol de Álex Baena, pero tengo la certeza de que mañana inventarán algo peor y todavía más sorprendente para proseguir por la misma y lúgubre senda: seremos el primer equipo al que le anulen un gol, por ejemplo, porque a Llorente le dé por ponerse gafas de sol con cristales tintados por la noche, a Griezmann por llevar cabellos extravagantes o a Giuliano por ser el vástago del entrenador. Lo que sea, pero el caso será ése: que el Atlético de Madrid no pueda ganar por Real Decreto Ley.
En lo estrictamente futbolístico, el Atlético de Madrid sigue sin ponerse su mejor traje, pero de momento le basta y le sobra para mantener la buena dinámica y seguir sumando de tres en casa pese al mal inicio de temporada, con un Llorente soberbio, un Pablo Barrios omnipotente, un Griezmann que aún tiene brillo que enseñarnos y un Álex Baena que —hoy lo ha demostrado en la famosa jugada entre él y Julián que De Burgos Bengoechea ha mandado al garete— ha de ir a más, y que seguro que más pronto que tarde acaba convirtiéndose en uno de los jugadores franquicia de este nuevo Atlético de Madrid.