Orgullosos de no ser como ellos

Disfrutemos de los días como hoy, porque son precisamente estas pequeñas tardes, en apariencia tan banales para todos aquellos que no comparten esta locura, las que nos reafirman en nuestro sentimiento, en nuestros valores, en nuestra manera de entender no sólo el fútbol, sino la vida en general. Son las tardes en las que uno es capaz de viajar del cielo al infierno en cuestión de pocos segundos; las tardes en las que cada atlético recuerda a los que ya no están y ahoga sollozos, lágrimas, suspiros rotos, risas en su bufanda rojiblanca —todos tenemos una especial—; las tardes en las que damos las gracias por ser tan suertudos, porque por encima de cualquier otra cosa elegimos enamorarnos del Club Atlético de Madrid, y le confiamos nuestra vida, nuestras tristezas y nuestras alegrías a la mejor ruleta rusa que existe en el mundo del fútbol.

Por eso hay que celebrar lo que somos, y sobre todo lo que nos distingue de ellos. La filosofía que nos convierte en enemigos naturales en lugar de en simplemente rivales por cercanía geográfica y vecindad. Nuestra nobleza —de la que por ejemplo ellos presumen y en realidad carecen—, nuestra humildad, nuestro concepto de la hermandad, nuestra forma de entender el camino como uno que siempre está repleto de altibajos y no, por antonomasia y decreto, como ellos pretenden siempre que así sea, árbitros o presiones de cualquier medio si fueran menester, uno lleno de rosas, triunfos y falso confeti preparado para no hurgar en el complejo.

Aunque creo que lo que más les molesta de todo es, precisamente, nuestro conformismo, en el buen sentido de la palabra. Cómo ellos necesitan atiborrarse a metal y a títulos para ser felices, y cómo nosotros lo somos igualmente ganemos o perdamos, bajo el sol o bajo la lluvia, en primera o en segunda división. Y esa alegría inherente a nuestro sentimiento es la que en realidad les infunde esa envidia tan tóxica y nociva que les corroe por dentro. Jamás lo reconocerán, pero el madridista, ser sediento de victoria por definición, desearía muchas veces vivir como lo hacemos nosotros, poniéndose la camiseta de su equipo tanto en la victoria como en la derrota. Su peor pecado capital, aunque padecen de los siete, es el de la avaricia. Para ellos nunca es suficiente, nunca saben dónde está el freno, jamás saben cuándo es el momento adecuado para parar. Son Tonys Montanas vestidos de la misma forma, cortados por un mismo patrón, portando un mismo escudo, llevando una misma bandera. Y muchas veces se avergüenzan de su equipo si pierde. Pasan semanas enteras maldiciendo su destino frente al espejo, con las camisetas de su equipo guardadas en el baúl hasta que pasa la vergüenza y es admisible volver a ponérsela. Nosotros no somos eso, ni nunca lo seremos.

Hay una frase de Florentino Pérez que siempre me hace reír. Dice así: todo el mundo es en realidad hincha del Real Madrid, pero no todo el mundo lo sabe aún. Yo lo interpretaría justo desde el punto de vista contrario. Todo el mundo es, más bien, aficionado del Atlético de Madrid o, dicho de otro modo, todo el mundo desearía tener la valentía requerida para serlo.

Así que, sí. Disfruten. Saquen su bandera rojiblanca y átenla en una ventana o en un balcón si no lo han hecho ya, y bajen mañana a la panadería con su camiseta rojiblanca. Pasado vayan al instituto, a la universidad con un polo o un chándal de su equipo. A su puesto de trabajo, si pueden hacerlo, igualmente; si no, un pin con el escudo o una corbata roja sobre una camisa blanca puede causar el mismo efecto y solventar la papeleta. Siempre con una sonrisa y dándole al vecino los buenos días. El caso no es burlarnos de ellos o celebrar el triunfo en su cara como harían en nuestro lugar —salvo que algún vikingo de su entorno le haya vacilado y haya abierto primero la herida, lo cual justificaría la contraofensiva—. El objetivo último de todo esto es, simple y llanamente, celebrar el mayor triunfo de nuestra vida, como lo hacemos cualquier día del año pero en estas fechas con mucho más ahínco y rabia contenida: que no somos como ellos.

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