Cromos sin estrategia

Menudo modo carrera del FIFA nos hemos montado, en un momento. Yo seguiría apostando por este mismo camino, sin necesidad de reinventarnos: fichar, fichar, fichar, seguir fichando, hasta la saciedad o hasta que alguno de los jugadores que fichemos, o que hayamos ya fichado, nos repercutan positivamente en el juego. ¿No les parece bien? ¿Por qué? Yo creo que será un camino con éxitos asegurados y garantizados, ya lo estamos viendo. Un punto de seis y a seguir, a ver si con esto nos alcanza para estar entre los diez primeros y, quién sabe, obtener con suerte un hueco para la próxima edición de la Conference League. O de la Europa League, si se nos va la olla y empezamos a soñar con tirar la casa por la ventana y construir otra comenzando por el tejado. 

De clasificar a la Champions ni hablemos, nos viene muy grande. Esa es pelea para Real Madrid, Barcelona, Betis, Athletic, Real Sociedad. No nuestra. A nosotros nos corresponde esperar agazapados, por si las moscas. A no ser que nos dé por seguir fichando, entonces les asustaremos de verdad. Otros dos fichajes y yo creo que lo tendríamos. Ya me imagino a Lamine Yamal y a Mbappé, profundamente preocupados y sin saber qué hacer, porque además de a Giacomo Raspadori les podemos fichar, en frente de sus narices, a todo un Nico González. Esa sí que no se la esperarán. Ahí les atizaremos de verdad, donde más les duele.

En mi caso particular, creo que hace falta fichar también, por ejemplo, quince nuevos utilleros, una renovada rotativa de recogepelotas, tres porteros suplentes, veinte nuevos miembros para la plantilla de seguridad del estadio, cincuenta empleados más para las tiendas y hasta una nueva mascota y un nuevo megafonista para cantar los goles. Trabajo fácil el suyo, por cierto. No es uno en el que, al paso que va la burra, tenga que cantar muchos. Y, por supuesto, todos ellos presentados con naves espaciales y la del quince. Mejor aún si nos los podemos traer de Marte, o de Saturno. O de alguna de las lunas de Júpiter. O de Pandora. O, si nos ponemos farrucos, a un par de otra galaxia. De la de Star Wars, mismamente. Y luego, luces, fuegos artificiales, música y toda la parafernalia en el estadio. Otra vez. Para volvernos a dar de bruces con la misma pared, como si la quisiéramos tumbar abajo, sin darnos cuenta de que poco vale juntar a todo un ejército de cracks sin estrategia y sin nadie al frente, alguien que sepa cómo coordinar sus virtudes, sus talentos y sus defectos para que todos sean engranajes de una misma pieza llamada equipo. Mientras abracemos el pensamiento individualista y no miremos por el estado de salud del conjunto, nótese la ironía, así de bien nos seguirá yendo. No como cuando teníamos a Gabi, Godín, Torres, Miranda, Filipe Luis y Raúl García, no hagan caso a las habladurías, esos eran malos tiempos en los que no ganábamos nada. Al fin y al cabo, soñar con fichajes es más fácil que recordar lo que significa ser del Atlético de Madrid.

Nos estamos contagiando tanto de esta nueva ala galáctica que hemos conformado —maldita la hora, por cierto— que tan solo nos falta empezar el patrocinio con alguna marca de pipas, sustituir el bocadillo por las cáscaras, quitar el color rojo y el azul de nuestro escudo y equipaciones para quedarnos tan solo con el blanco, que nos empiecen a preocupar más los trozos de metal albergados en vitrinas que nuestros propios valores, que la soberbia y el ansia por la victoria, los logros, la gloria y los triunfos se apodere de nosotros y empañe lo que somos y lo que nos hace diferentes… Total, qué más dará, si lo de pitar a uno de los nuestros ya lo hemos empezado a poner en práctica.

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