El Atlético de Madrid tiene que ganar sí o sí al Botafogo para clasificarse a los cuartos del Mundial de Clubes. Para avanzar, necesita marcar al menos tres goles (o esperar un pinchazo del PSG), y la situación en la que se encuentra el equipo de Simeone nos recuerda a históricas eliminatorias de Champions League.
Eliminatorias que no dejaron buenos recuerdos, no por falta de esfuerzo, sino porque el resultado final no fue el deseado.
Y sí, hablamos de dos eliminatorias contra el Real Madrid: la de esta misma temporada y la de 2017 en el Vicente Calderón.
El último partido europeo en el Vicente Calderón
Si hay un partido que se parece al reto que enfrenta hoy el Atleti ante Botafogo, es aquella semifinal de Champions en 2017. Los colchoneros perdieron 3-0 en el Santiago Bernabéu y necesitaban una misión imposible en el Calderón… ¿o no?
En la despedida europea del histórico estadio, los guerreros del Cholo salieron con sangre en los ojos. Lo dejaron todo. En el minuto 16 ya ganaban 2-0. La grada era una caldera, el equipo un vendaval. El sueño revivía.
Pero tras el gol de Griezmann, el equipo bajó la intensidad. Quisieron jugar largo, controlar. Y en un error defensivo tras una genialidad de Benzema, Isco marcó el 2-1 y terminó el sueño.
¿Cuántas veces nos hemos preguntado qué hubiera pasado si el Atleti no bajaba el ritmo?
Gallagher y el gol más rápido de la historia colchonera en Europa
Este mismo año, otra vez contra el Madrid. Derrota 2-1 en el Bernabéu, pero con la vuelta en casa. Había esperanza.
Y a los 27 segundos, Gallagher marcó el gol más rápido del Atleti en competición europea. El Metropolitano rugía. Era el día.
Pero otra vez, lo mismo: el equipo bajó el ritmo. No quiso un partido loco. Y en los penaltis, entre la falta de acierto y un arbitraje cuestionado, el sueño volvió a morir.
¿Otra vez nos queda la pregunta? ¿Qué habría pasado si el Atleti jugaba sin freno?
Esta vez no hay margen: a lo loco, o nada
Hoy, el Atleti tiene que entrar con todo. Sin guardarse nada. Botafogo no es el Real Madrid. No tiene ese arsenal ofensivo que obligue al miedo.
Julián Álvarez lo dejó claro: no hace falta un partido perfecto. Solo hay que meter las que tengamos.
La gran diferencia es que hoy no se juega en casa. No hay Metropolitano. No hay Calderón. Es en Estados Unidos. Muy lejos de Madrid.
Pero si hay algo que este equipo sabe hacer, es luchar contra lo imposible. Y hoy, es uno de esos días.