Un escándalo que mancha el escudo del «fair play» europeo

Desde la grada rojiblanca, lo vivimos con incredulidad. Desde el corazón colchonero, lo gritamos con rabia contenida. Y hoy, con la verdad sobre la mesa, lo denunciamos con absoluta firmeza: la eliminación del Atlético de Madrid en la Champions League ha estado manchada por una flagrante injusticia arbitral avalada por la propia UEFA. Lo que debió ser el empate que nos metía en la pelea terminó siendo el clavo de nuestra eliminación.
Ahora, semanas después, la propia IFAB, organismo rector de las reglas del fútbol, ha desmentido la versión de la UEFA: el penalti debió repetirse. El segundo toque fue accidental. Las normas, tal y como están escritas hoy, ya lo contemplan. No hacía falta ningún cambio de reglamento. Solo hacía falta leerlo. Solo hacía falta saberlo.
Pero en Nyon no lo supieron, o peor aún, no lo quisieron saber.
Nos sentimos traicionados. No solo por el fallo garrafal del colegiado, sino por la manera en que la UEFA blindó su error: editando imágenes, ocultando el audio del VAR, y tratando de dar carpetazo a un asunto que ya era un clamor internacional. ¿Dónde quedó la transparencia? ¿Dónde quedó el respeto al esfuerzo y al sacrificio?

En la Cadena SER, el exárbitro Iturralde González lo ha dicho sin titubeos: «esto no es una nueva norma, es una corrección a quienes debieron conocerla y aplicarla. La UEFA falló. Y su error no solo costó un gol, costó una clasificación, costó prestigio, costó credibilidad.»
Y como casi siempre, el Atlético de Madrid, ese equipo que no se rinde, ese club que pelea contra gigantes y contra narrativas hostiles, vuelve a ser víctima de decisiones incomprensibles. Pero esta vez no nos quedaremos callados.
Desde aquí alzamos la voz: exigimos responsabilidades, exigimos explicaciones, y exigimos respeto. No solo para nuestro club, sino para el fútbol en general. Porque si las reglas no se aplican con justicia, el juego deja de tener sentido.
En la historia quedará la valentía de Julián Álvarez, el silencio cómplice de la UEFA, y la dignidad de un Atlético que, como tantas veces, fue más grande en la derrota que muchos en la victoria.
NOS QUITARON LA VICTORIA, PERO NO NOS VAN A QUITAR LA VOZ