Por Ruth Romero 
El Atlético de Madrid Femenino ha sido protagonista en la liga española, pero en Europa su historia sigue siendo discreta. Aunque ha ganado títulos en casa y ha formado plantillas competitivas, no ha logrado dar ese paso definitivo que lo ubique entre los grandes del continente. En este artículo analizamos por qué el Atleti femenino no se consolida en la UEFA Women’s Champions League y qué le falta para hacerlo.
Un proyecto ambicioso, pero sin continuidad
Uno de los principales problemas del Atlético de Madrid Femenino es la falta de estabilidad estructural. A diferencia de clubes como el FC Barcelona, el Chelsea o el Lyon, que han invertido a largo plazo en sus equipos femeninos, el Atleti ha vivido entre picos de ambición y momentos de estancamiento.
Los constantes cambios de entrenadoras, la salida de jugadoras clave temporada tras temporada y la ausencia de una inversión sostenida hacen que el proyecto no crezca de forma orgánica. No hay una visión deportiva clara que le permita competir con regularidad en la élite europea.
A parte, tácticamente, el Atlético no ha conseguido consolidar un estilo que funcione fuera de España. Mientras en la liga logra imponerse con recursos técnicos y esfuerzo colectivo, en la Champions le cuestan cosas como, imponer el ritmo de juego, defender con solvencia en transiciones rápidas. crear ocasiones claras ante defensas compactas o mantener el equilibrio físico ante rivales de mayor intensidad.
La falta de una propuesta sólida y reconocible, sumada a una plantilla que varía demasiado, debilita su desempeño en escenarios internacionales.
El Atlético de Madrid Femenino tiene historia, tiene afición y ha demostrado tener talento. Pero para dar el salto definitivo necesita más que eso.
Debe construir un proyecto con base, ambición e identidad, que no dependa de un resultado puntual, sino de una estructura sólida. En el fútbol femenino moderno, los equipos que trascienden no improvisan: planifican, invierten y se creen capaces. El Atleti está a tiempo, pero el tiempo no espera.
Thanos Nikitaras 
Álvaro Guibelalde